miércoles, 25 de enero de 2012

Amar es bueno, ya que el amor es difícil.

El amor de un ser humano por otro es posiblemente la prueba más difícil para cada uno de nosotros; es el más alto testimonio de nosotros mismos; es la obra suprema en la que todas las demás no son más que preparativos.
Por eso los jóvenes, nuevos en todos aspectos, no pueden todavía amar.
Y deben aprenderlo.
Con todas las fuerzas de su ser, concentrados en su corazón que bate ansioso y solitario, aprenden a amar.
Pero el tiempo de aprendizaje es un tiempo largo, de enclaustramiento.
Así, para aquel que ama, el amor, durante mucho tiempo, sólo es soledad a lo largo de su vida.
Y cada vez mas una soledad más intensa y profunda.
Amar, por lo pronto, no es nada que signifique abrirse y unirse con otro.
(¿Qué sería entonces la unión de dos seres todavía imprecisos, inacabados, dependientes?).
El amor es la única ocasión de tomar forma, de convertirse en un mundo para el amor del ser amado.
Es una alta exigencia, una ambición sin límite, que hace del que ama un elegido que busca lo alto.
Los jóvenes solo deberían ver que el amor es la obligación, únicamente, de trabajar por ellos mismos. ….”